#3: Desastre en el Atlántico
El impacto social del hundimiento del "Titanic" y como el Carpathia cumplió el rol de rescatista
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Te estoy escribiendo esta edición desde un café en un día lluvioso en Vancouver. La semana pasada estuve leyendo “La Última Noche del Titanic” y me fascinó el relato detallado de los hechos de la noche del 14 de abril de 1912. A continuación, más detalles y sucesos que me impresionaron de esta lectura.
Era 1912, un año de aparente paz y explosión económica y tecnológica, donde nadie se imaginaba la inminencia de una guerra mundial. En ese contexto, se construía el “Titanic” en la ciudad de Belfast, al norte del Reino Unido. Un barco “insumergible” que capturaba la imaginación de todos con sus avances técnicos y características colosales, resaltados por numerosas revistas técnicas de la época.
Viajar en el “Titanic” otorgaba un estatus social inigualable, sin importar si se viajaba en primera, segunda o tercera clase. Este gigante de 46,000 toneladas superaba a sus “hermanas” y ofrecía lujosos restaurantes à la carte y mayordomos para atender casi cualquier deseo.
Pienso en las seis llamadas de advertencia sobre el iceberg, y en cómo algunos pasajeros incluso lo divisaron. Sin embargo, a las 11:40 pm del 14 de abril de 1912, la tragedia se hizo inevitable. Con una aparente calma y sin alarma inicial, se difundió entre los pasajeros la noticia del accidente. Algunos creyeron que regresarían a Belfast para reparar los daños.
La gravedad se evidenció cuando el agua empezó a inundar la sala de correos y las cubiertas inferiores. La situación se tornó desesperada, y se inició la evacuación en los botes salvavidas.
Es asombroso pensar que los primeros botes no se llenaron completamente. La caballerosidad dictó que mujeres y niños embarcaran primero, pero también se dio paso al "sálvese quien pueda", impidiendo el acceso a los pasajeros de segunda y tercera clase hasta no haber embarcado a los de primera.
La crítica más aguda de este libro es la dualidad de una sociedad que pretendía altos valores morales por pertenecer a la primera clase, pero que en la emergencia no cumplió con esas expectativas.
El título "La Última Noche del Titanic" no hace justicia al papel crucial del “Carpathia”. Este barco, pese a estar lejos al momento del accidente, llegó cuatro horas después para rescatar a los supervivientes. La llegada del “Carpathia” fue un rayo de esperanza en medio de la tragedia, recogiendo a los náufragos y brindándoles consuelo. Muchos pasajeros del “Titanic” emergieron del estado de shock solo para enfrentarse a la pérdida de sus seres queridos.
Cuando el “Carpathia” llegó a Nueva York, la prensa estadounidense y británica informó con gran sensacionalismo sobre la tragedia. No fue sino hasta años después, y gracias a los testimonios de los sobrevivientes, que se pudo construir un relato más objetivo de aquella noche fatídica en el Atlántico.
“La Última Noche del Titanic” es un libro apasionante, con diálogos precisos de los sobrevivientes y de la tripulación del “Carpathia”, quienes se convirtieron en inesperados rescatistas.